Levantando una Fraternidad de Evangelistas
- Rev. Luis Yavier Vélez Soto
- 14 jun 2016
- 2 Min. de lectura

Rev. Luis Yavier Vélez Soto
Director de Evangelismo
Las Asambleas de Dios Distrito de Puerto reconocen que su misión primordial es la evangelización del mundo a través de las herramientas ministeriales que Dios nos ha dado. Reconoce el mandato irrevocable de nuestro Señor Jesucristo al comisionar a sus Iglesia a “Ir por todo el mundo y predicar este evangelio a toda criatura” Marcos 16:15. Por más de 100 años esta gran comisión es la que ha movido a las Asambleas de Dios por todo el mundo, siendo sus fundadores hombres y mujeres que tomaron muy en serio esta orden dada por nuestro Señor Jesucristo. Lo que hoy disfrutamos en cada una de las Iglesias Asambleas de Dios se debe al compromiso íntegro que aquellos precursores tuvieron con el evangelismo de alcance mundial. Con mucho regocijo, nos preparamos para celebrar 100 años de haber recibido los beneficios del esfuerzo de estos pioneros, que antes de ser denominados como pentecostales se vieron a sí mismos como siervos y embajadores del evangelio de Jesucristo.
Como parte de esta institución centenaria, reconozco que esta gran comisión no ha terminado y propongo que, en este tiempo, una vez más seamos el eco de la voz de autoridad de Jesucristo, comisionando y exigiendo que este evangelio sea predicado en todas partes y a toda criatura. Entiendo que esta generación es una bien equipada, pero muy bien acomodada, mientras que las ordenes del infierno es de destruir a nuestra sociedad, dañando el modelo creado por Dios, nuestras familias. Estoy convencido de que como lideres, es nuestro menester el comenzar a convocar y a exigirle a todos aquellos hombres, mujeres y jóvenes que ya hemos preparado por tantos años, que comiencen a ejercer sus funciones con la urgencia que requieren nuestros tiempos. El señor Jesucristo dijo “y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mi.” Mateo 10:38
Estoy convencido que esta visión de levantar una Fraternidad de Evangelistas nació en el corazón del que nos salvó. Para que esta Fraternidad se levante, hay que dejar a un lado los nombres, títulos y “peros”, se requiere solo de cristianos que se consideren siervos y embajadores del evangelio de Jesucristo. De lo demás, Dios ya se ha encargado.
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